
La adolescencia es una etapa de la vida
que supone el tránsito de la niñez a la etapa adulta y que conlleva unas
connotaciones fisiológicas muy importantes y unos cambios en la maduración
emocional y social.
En 1948, Spranger resumió estos cambios
como el descubrimiento del yo, formación progresiva del "plan" para
la vida e incorporación a nuevas esferas de la vida. El adolescente tiene que
aceptar sus cambios morfológicos; tiene que buscar un nuevo concepto de sí
mismo y desarrollar su autoafirmación por su necesidad de autonomía. Este
periodo supone, en definitiva, el paso de niño/a a hombre/mujer, transformación
que, a priori, es una de las más intensas de la vida. Todos estos cambios
provocan que esta etapa se caracterice por su gran vulnerabilidad ya que pueden
influir favorable o desfavorablemente en la conducta alimentaria del
adolescente.
¿Qué
papel juega la alimentación?
El papel de la alimentación es siempre
el mismo: dotar al organismo de la energía suficiente y aportar los nutrientes
necesarios para permitir un correcto funcionamiento y garantizar el desarrollo
y crecimiento del individuo. Durante la adolescencia, dado que la mayor parte
de los cambios que se producen son fisiológicos (maduración sexual, aumento del
peso, aumento de la talla, etc.), los requerimientos nutricionales son muy
elevados, por lo que es necesario un adecuado control de la alimentación e imprescindible
asegurar el aporte suficiente, para no caer en déficit ni en carencias que
puedan ser origen de alteraciones y trastornos de la salud.
Para hacer frente a las exigencias de
alimentación en la adolescencia es necesario conocer los cambios fisiológicos y
psicológicos que se producen en esta etapa y cómo modifican las necesidades
energéticas y nutricionales. Es importante, también, saber cómo afectan estos
cambios al comportamiento alimentario de los adolescentes. Por último, y quizás
lo más importante, asegurarnos de que los adolescentes conocen cómo y por qué
deben alimentarse bien y los riesgos que corren cuando modifican, con criterio
meramente personal, las pautas y hábitos alimentarios.
Probablemente será la adolescencia la
última oportunidad de aplicar normas dietéticas y consejos de promoción de la
salud antes de la instauración de hábitos de la edad adulta, que (en muchos
casos) ya serán definitivos.
Necesidades
de nutrientes
Es muy difícil establecer unas
recomendaciones estándar para los adolescentes, debido a las peculiaridades
individuales que presenta este grupo de población y a la falta de estudios y
trabajos científicos que aporten luz al tema. La mayor parte de las recomendaciones
se basan en las raciones que se asocian con "una buena salud",
lo que a esta edad no suele presentar problemas, razón por la que se podría
pensar que "da igual lo que se coma". Nada más lejos de la realidad.
Otros datos suelen proceder de estudios en animales de experimentación o de
interpolaciones de datos obtenidos de estudios en grupos de adultos o niños.
Como dato anecdótico se debe recordar
que las chicas de 12-14 años tienen unas necesidades nutricionales superiores a
las de sus madres, y que las de los chicos de 16 ya son superiores a las de sus
padres, en ambos casos asociados al crecimiento.
¿Cómo
nos podemos orientar?
Las más recientes recomendaciones
dietéticas (RDA) de la Food and Nutrition Board of the National Research
Council (2010, EE.UU.) y de la Organización Mundial de la Salud (2004) para
adolescentes se han establecido en función del peso, edad y sexo. Son las que
más se utilizan y mejor orientan.